Ángel
Martín de Lucenay fue el más importante divulgador sobre sexualidad en tiempos de la Segunda República española. Dirigió una colección de libros denominada Temas sexuales, que se publicó entre 1932 y 1934 y que alcanzó los 60 títulos, incluyendo algunos que se ocupan directa o indirectamente del sadomasoquismo tales como: Sadismo y masoquismo, Fetichismo erótico, Perversiones
de los pueblos salvajes, La ciencia de las caricias, Las grandes aberraciones
y también La sexualidad maldita (este
ultimo en otra colección)
Comentamos
a continuación Sadismo y masoquismo,
de Ángel Martín de Lucenay.
Referencia del libro:
Referencia del libro:
A. MARTÍN
DE LUCENAY: Sadismo y masoquismo. Madrid:
Editorial Fénix, 1933 [colección Temas sexuales. Biblioteca de divulgación
sexual, número 34] 92 páginas.
Portada de Sadismo y masoquismo, de A. Martín de Lucenay (1933) |
Los
contenidos de este libro se estructuran en seis capítulos: el sadomasoquismo en
general; formas clínicas de la perversión sádica; formas clínicas de la
perversión masoquista; las causas del sadomasoquismo y la flagelación; casos
célebres y curiosos y por último El Marqués de Sade y Sacher-Masoch.
Para mí, una de las cosas más interesantes de este libro de
A. Martín de Lucenay son las referencias a prácticas SM en los burdeles y al
consumo de pornografía SM en España a lo largo de los años veinte y treinta del siglo XX,
puesto que la información sobre todo esto escasea bastante.
El autor afirma que "En las casas de prostitución
que se anuncian en las guías de noche (de Madrid y Barcelona) se insinúa la
posibilidad que tienen los clientes de encontrar toda clase de satisfacciones a
sus caprichos. En París existen muchas; hay una en Madrid que inserta el siguiente
anuncio, en tres idiomas: «Si quiere usted encontrar lo que busca...»; pero no
es posible asegurar que sea la única" (pág. 32).
Ilustración de Sadismo y masoquismo, de A. Martín de Lucenay (1933) |
Refiriéndose a los anuncios por palabras que se encuentran
en la prensa dice también: "El sadismo y el masoquismo se han industrializado
hasta el punto de anunciarse en las últimas planas de algunos periódicos. Una
prueba -de las infinitas que pueden aportarse todos los días- son las
"señoritas masajistas" especializadas en el "masaje americano
para caballeros", las "especialistas de masaje inglés para
señoras", los "gabinetes de masaje con personal especializado de
ambos sexos" etc." (pág. 57).
Entre la oferta de juegos SM dentro de los burdeles señala:
"Los casos más vulgares de masoquismo registrados en las casas de
prostitución consisten casi siempre en el "juego de los caballos", la
flagelación, las ataduras, los golpes con los zapatos -de asociación
fetichista- etc. y en el orden simbólico, la urolagnia (beber orines) y la
cuprolagnia (comer excrementos); otros que se hacen insultar, los que se hacen
pasar por esclavos, los que fingen ser aristócratas -o los que lo son en
realidad- y obligan a las prostitutas a disfrazarse de doncellas o fingirse
tales, sometiendo a los fingidos -o auténticos- señores de casa grande a toda
clase de humillantes bajezas y vejaciones e insultos de todo género. Algunos
hacen que las mujeres viertan en el suelo toda clase de inmundicias para
recogerlas después con los dientes o con la lengua, según sean sólidas o
líquidas. Estos individuos pertenecen casi siempre a las clases sociales más
elevadas y respetables." (pág. 45).
Además de todo esto me parece interesante constatar cómo A. Martín
de Lucenay considera "sadismo perverso" o "sadismo
simbólico" cosas tan curiosas como los “pinchadores” que valiéndose de un
alfiler pinchan las nalgas y los senos de las mujeres aprovechándose de las
aglomeraciones de público; los que gozan manchando o rasgando los vestidos
nuevos de las jóvenes y también los que disfrutan presenciando la detención de
mujeres provocada por ellos mismos bajo falsas acusaciones (pág. 31 y
siguientes).
Una mujer atada. Ilustración de Sadismo y masoquismo, de A. Martín de Lucenay (1933) |
No
menos curioso es un caso que A. Martín de Lucenay dice conocer de primera mano y
que sería uno de los juegos SM con más marchamo español, tricornio incluído: "un individuo, de
treinta y cuatro años, empleado de un ministerio, donde ocupaba un importante cargo,
tenía una habitación en un piso, arreglada de forma que parecía una celda. Su
"partenaire" era una vieja de cerca de sesenta años, que el raro
personaje había retirado de una casa de prostitución…” Este hombre se hacía encadenar
como un presidiario y la vieja ejercía de carcelera "ataviada de la manera
más extraña: desnuda, no tenía sobre su cuerpo más que unas altas botas de
montar, que habían de ser charoladas y muy relucientes; a la cabeza, un
tricornio de guardia civil y una bandolera negra, de la que pendía un manojo de
llaves" (pág. 80).
WhipMaster
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