Comentario sobre la película The Duke of Burgundy, que estos días está en
cartel. Una película del director británico Peter Strickland rodada en el año
2014. Una historia ambientada en un mundo imaginario de hacia los años 40-50
del siglo XX. Un encantador entorno rural exclusivamente habitado por
mujeres donde, por lo visto, abundan las mariposas y donde todo parece
girar alrededor de éstas.
Evelyn (Chiara d'Anna) y Cynthia (Sidse Babett Knudsen) son amantes y
eruditas lepidopterólogas, estudiosas de las mariposas. Al principio
parece que Cynthia es una adusta dominante y Evelyn una sumisa sometida a sus perversos
caprichos. Pero poco a poco vamos descubriendo que no es exactamente así. Es en
realidad una historia de topping from the
bottom. Evelyn, la sumisa, es la que meticulosamente guioniza las
escenas y Cynthia, la dominante, la que debe repetir una y otra vez el guion para
complacer a su amante, más joven que ella y a la que tiene miedo de perder.
Hay amor lésbico y referencias a un generoso abanico de prácticas BDSM que va más allá de los cuatro tópicos más habituales de látigos y demás. Adoración del pie, lluvia dorada (Cynthia no para de beber agua para poder
"abrir el grifo", como se dice en la película), humillación, fetichismo de
la ropa interior, fetichismo de las botas (Evelyn está continuamente
lustrando botas y cuando lustra las de otra lepidopteróloga su pareja lo
considera una traición) y también voyeurismo, verbalización de fantasías, ataduras
(pocas), facesitting y confinamiento
en un arcón.
La pareja repite estos juegos guionizados una y otra vez hasta que Cynthia empieza a aburrirse de siempre lo mismo.
Entonces intentan introducir nuevos juegos para reanimar la relación y llaman a
una diseñadora de muebles que les ofrece una cama especial para que Cynthia
pueda dormir encima de Evelyn o, como alternativa, un lavabo humano. Uno de los grandes momentos de la película, el de la visita de la diseñadora. Pero no es
posible concretar ninguno de estos encargos y la relación acaba entrando en
crisis por culpa de la rutina, aunque al final parece que se
salva introduciendo mayores dosis de espontaneidad en los juegos entre ambas.
The Duke of Burgundy habla de lo complejas que pueden llegar
a ser las relaciones de pareja y del lado oscuro del deseo. Lo hace con
naturalidad y con elegancia. Hay Dominación / sumisión, cierto, pero por encima
de todo hay amor y respeto mutuo. Esto es precisamente lo que acerca el
contenido BDSM de esta película a la experiencia cotidiana y lo que la distingue de las
fábulas o cuentos tipo La Cenicienta que también se sirven del BDSM pero lo presentan
como algo tremendo. La escena en la que las dos amantes están en la cama y se excitan a base de susurrarse fantasías de Dominación / sumisión es preciosa, de una extrema delicadeza, y está en las antípodas del "yo follo duro" de mister Grey. Apunto una frase que susurra Evelyn: “mientras soy tuya, me siento viva”.
Para darle un toque más culto al desarrollo de la historia,
el director juega con abundantes referencias cinéfilas. Así lo hace notar la
crítica especializada, pero debo confesar que esto se me escapa bastante. Me
llamó la atención, eso sí, que una especialista en mariposas que aparece
puntualmente se llama Viridana o Viridiana, clara referencia a Buñuel.
A mí la estética de la película y su banda sonora (de Cat's eyes, bonita
pero pastelosa) me han parecido un poco anticuadas, como de la misma época
de Emmanuelle o Historia de O. Pero al parecer esta es otra referencia cinéfila
cargada de intención.
Hay también un intento de elevar el tono simbólico o metafórico de la
película a base de sugerir sutiles paralelismos entre la historia que se
narra y la vida de las mariposas o de los escarabajos. Todo esto
también se me escapa bastante, aunque cuando Cynthia se viste de satén negro
para una escena de dominación, lo del escarabajo sí que es muy evidente.
También remiten a la lepidopterología el titulo de la película (existe
una mariposa del Duque de Borgoña) o la palabra de seguridad que utilizan en
sus juegos, una palabra de seguridad realmente elegante: pinastri.
Todos estos adornos retóricos no le sientan mal del todo al Duque de Borgoña. No
es una película arrebatadora, ciertamente, y pasadas las sorpresas iniciales le pasa un poco como a la pareja protagonista, que se estanca. Pero tiene la virtud de no alargarse en exceso. En
conjunto es una película que se ve bien, que se entiende y que dice cosas interesantes.
Desde el punto de vista BDSM, sobre todo, destacaría la forma de aproximarse al tema, tan sensible y enriquecedora. Que se trate de una relación BDSM entre dos mujeres tiene mucho que ver con ello, naturalmente. Puede parecer sorprendente, pero The Duke of Burgundy habla de BDSM y no contiene desnudos, ni látigos, ni collares, ni cuero, ni escenas truculentas, ni parafernalia sofisticada. En cambio, el erotismo permanece a flor de piel.
En un plano más sociológico, habría que peguntarse por qué la propaganda, la crítica y los comentarios sobre esta película destacan su contenido BDSM y en cambio no destacan tanto que se trata de una relación LGTBI. En parte podría ser, creo, porqué las relaciones LGTBI están socialmente mejor asumidas que el BDSM. Que la pareja protagonista sea una pareja homosexual se asume, en general, con mayor naturalidad que sus fantasías BDSM.
Pienso que también valdría la pena preguntarse por qué Cincuenta sombras de Grey (referencia inevitable, nos guste o no) circula por las grandes autopistas mediáticas de los blockbusters mientras que The Duke of Burgundy circula por los canales más restringidos del cine de autor. El BDSM es nexo común entre ambas películas, pero la aproximación al tema de cada una es sustancialmente diferente. Son los helicópteros de mister Grey frente a las bicicletas que tanto abundan en The Duke... Cincuenta sombras de Grey es una historia de príncipes azules y cenicientas, caída y redención, enmarcada en el presente, mientras que esta película tiene un tono más nostàlgico y reflexivo y destaca, sobre todo, por aportar una visión del BDSM más llena de matices y a una escala más humana.
Desde el punto de vista BDSM, sobre todo, destacaría la forma de aproximarse al tema, tan sensible y enriquecedora. Que se trate de una relación BDSM entre dos mujeres tiene mucho que ver con ello, naturalmente. Puede parecer sorprendente, pero The Duke of Burgundy habla de BDSM y no contiene desnudos, ni látigos, ni collares, ni cuero, ni escenas truculentas, ni parafernalia sofisticada. En cambio, el erotismo permanece a flor de piel.
En un plano más sociológico, habría que peguntarse por qué la propaganda, la crítica y los comentarios sobre esta película destacan su contenido BDSM y en cambio no destacan tanto que se trata de una relación LGTBI. En parte podría ser, creo, porqué las relaciones LGTBI están socialmente mejor asumidas que el BDSM. Que la pareja protagonista sea una pareja homosexual se asume, en general, con mayor naturalidad que sus fantasías BDSM.
Pienso que también valdría la pena preguntarse por qué Cincuenta sombras de Grey (referencia inevitable, nos guste o no) circula por las grandes autopistas mediáticas de los blockbusters mientras que The Duke of Burgundy circula por los canales más restringidos del cine de autor. El BDSM es nexo común entre ambas películas, pero la aproximación al tema de cada una es sustancialmente diferente. Son los helicópteros de mister Grey frente a las bicicletas que tanto abundan en The Duke... Cincuenta sombras de Grey es una historia de príncipes azules y cenicientas, caída y redención, enmarcada en el presente, mientras que esta película tiene un tono más nostàlgico y reflexivo y destaca, sobre todo, por aportar una visión del BDSM más llena de matices y a una escala más humana.
WhipMaster
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