Adelantándose al estreno de la película La Venus de las pieles / La Venus à la fourrure de Roman Polanski inspirada
en un texto de David Ives que ha cosechado cierto éxito en los escenarios de
Broadway (pincha aquí para vel el comentario sobre la película), llega a Barcelona la versión teatral de esta obra (teatro Goya
Codorniu, hasta el 4 de agosto. Intérpretes: Joel Joan y Meritxell Calvo).
Por el título podría pensarse que se trata de una paráfrasis de la Venus de las pieles de Leopold von Sacher-Masoch. Pero la trama de la Venus in fur de David Ives es diferente y diria que algo más compleja y ligera a la vez. Esta Venus in fur no plantea una cruda historia D/s sino que desarrolla un juego de seducción a base de dominación / sumisión que se entrecruza contínuamente con la obra de Sacher-Masoch y donde los papeles y los roles dominante y sumiso se confunden e intercambian constantemente. Lo que en el fondo late es la clásica cuestión de quien domina a quien.
De todos modos no creo que haya que
buscarle a esta Venus in fur mayor
enjundia conceptual. Se trata, más bien, de un brillante trampantojo que sorprende constantemente jugando a la confusión entre realidad y apariencia y que como
todo trampantojo implica buenas dosis de efectismo. Efectismo que culmina en un
final, que no revelaré, pero que me parece bastante truculento.
Es de agradecer, en cualquier caso, que esta componente
efectista no se traduzca en una puesta en escena haciendo uso gratuito del atrezzo fetichista comunmente
asociado al “sadomaso”, corsés de cuero, botas altas, látigos y demás. Una tentación que habría resultado demasiado fácil pero
que sin duda habría distorsionado la percepción de esta obra que poco tiene que
ver con el BDSM y que más bien creo que hay que valorar como una lectura de Sacher-Masoch adaptada a los tiempos de las 50 sombras de Grey.
La Venus in fur
de David Ives tiene todos los ingredientes para gustar al público lector de las
50 sombras de Grey que con la trilogía de E.L. James entró en contacto con el tema y que ahora, con esta obra, puede tener un encuentro amable con uno de sus grandes referentes, el nada fácil Sacher-Masoch.
E incluso descubrir que la Venus de
las pieles se llamaba Wanda igual que aquel pez de la película o el destartalado coche azul de
Anastasia Steele.
WhipMaster
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