La doncella (The Handmaiden) es una estupenda película, actualmente en cartel, que sin duda
merece ser vista y recomendada. Se trata de una obra del director coreano Park
Chan-wook (2016), que recibió el gran premio del público en el último festival
de Sitges. La historia está inspirada en una novela de Sarah Waters (Fingersmith)
pero ambientada en Corea, años 30 del siglo XX, durante el período de
dominación japonesa. Mediante una técnica narrativa que consiste en ir construyendo la narración por
capas, se va desvelando la historia de dos mujeres de origen social totalmente
diferente, Sookee y Hideko, las cuales, haciéndose cómplices, consiguen
liberarse de aquello que atenaza sus vidas y limita su libertad.
El erotismo es uno de los componentes de esta complicidad
liberadora. La fotografía lo refleja con imágenes de gran belleza y elegancia.
También hay sadomasoquismo, pero presentado como una de las cosas que oprimen a
Hideko: resulta que su tiránico tío, un tal Kouzuki, es a la vez bibliófilo,
erotómano y sádico. Un personaje repugnante que en su preciada biblioteca
organiza lecturas públicas y escenificaciones de las obras del Marqués de Sade.
Hideko es obligada a leer literatura erótica en voz alta y con extrema
sensualidad para, de este modo, excitar a los amigos de su tío invitados a
participar. Uno de los momentos culminantes de la película es, precisamente,
una de estas lecturas en la biblioteca de Kouzuki. Se invoca a Juliette y se pronuncian
frases del tipo “el dolor es tan sólo un adorno” o “la belleza es cruel por
naturaleza”.
A pesar de la aparente exquisitez del sádico Kouzuki como
bibliófilo, sus gustos son en realidad de lo más vulgar. Así se demuestra
cuando hacia el final de la película cita sus cinco libros favoritos. Ningún
gran clásico de la literatura erótica, si no pura literatura de sex shop. Si
anoté correctamente los títulos serían La
piel del lagarto, Confesiones de una fusta, Chicas decadentes
vendiendo lencería, Campanas y bolas o El dormitorio de Morticia.