Antes
de la Guerra Civil no se conoce ninguna traducción de las obras de Sade al
español. Sin embargo, Sade no es ni mucho menos un desconocido, como hemos
comprobado al estudiar el sadomasoquismo en la literatura erótica española de principios del siglo XX y como bien ha puesto de manifiesto Javier Barreiro.
Entre
las referencias de aquellos años sobresalen las traducciones al español de sendas
biografías de Sade escritas originalmente en alemán por Eugen Duehren y Otto
Flake, respectivamente.
Menos
conocida es la biografia que presento ahora: Sade, el brujo de la perversión sexual, un texto firmado por José
Bruno y editado por la Editorial Cisne de Barcelona en junio de 1936. El
librito en cuestión consta de 80 páginas y es el número 5 de la colección
“Vidas extraordinarias”. La ilustración de portada está firmada por Joan Pau Bocquet
y las intercaladas en el texto llevan la firma de Roc Riera Rojas. Ambos se
cuentan entre los principales ilustradores de su época.
Referencia
de esta obra:
José
BRUNO: Sade. El brujo de la perversión
sexual. Barcelona: Editorial Cisne, 1936 [Colección Vidas extraordinarias,
5]. Ilustraciones de Joan Pau Bocquet y Roc Riera Rojas. 80 páginas
Otros
títulos de la misma colección “Vidas extraordinarias” estaban dedicados a Basil
Zaharoff, el fabricante de armamento; Alejandra Feodorovna, la última zarina;
T. E. Lawrence, el forjador de rebeliones; Pedro el cruel, rey asesino y
justiciero o Sun Yat-sen, llamado “el Borgia amarillo”. Como se ve, esta colección presta una
especial atención a los protagonistas de revoluciones, guerras, crímenes y
crueldades varias. Enfoque típico de una colección popular que explotaba
abiertamente el morbo y que indirectamente también reflejaba el clima que se
respiraba en la España de 1936, republicana (o quizás antimonárquica), pre-bélica
y pre-revolucionaria.
Por
estas razones, cuando se leen cosas como “vida turbia, malsana y violenta”,
“pervertido mental”, “espeluznante leyenda”, “silueta siniestra y tal vez
contagiosa”, “criminal teórico”, etc. insistentemente dedicadas al Marqués de
Sade hay que asumir que no funcionan únicamente como
meras descalificaciones si no también como incitaciones al morbo del
lector. El propio autor de esta biografía, José Bruno, lo reconoce
implícitamente cuando en el prefacio habla de “la morbosa curiosidad” que
despierta el sadismo para concluir afirmando que “la figura triste, atormentada,
desgraciada, del pobre marqués, sí merece, sin duda, la curiosidad de quien
busca lo interesante, por abominable que sea”.
Queda
así planteado el enfoque de esta biografía. Descalificación radical de Sade
como escritor y de sus ideas, pero énfasis en los detalles escabrosos de su
vida. En cuanto a sus fuentes de información parece ser que el autor sigue,
principalmente, la biografía de Eugen Duehren.
El
texto de José Bruno se estructura en 22 capítulos que recorren las sucesivas
etapas de la trayectoria de Sade. Los últimos están dedicados a comentar
las principales obras del divino marqués y a contextualizar el sadismo hablando
“de la época viciosa que abortó a Sade” (p. 51). Así,
se habla de onanismo, lesbianismo, pederastia, flagelación erótica, “sangre y
corrupción” etc. en la Francia del siglo XVIII.
El penúltimo capítulo se titula “Sade, filósofo del vicio” y concluye con esta afirmación: “Sade, filosofo, era un filósofo de la Revolución. Más o menos exaltado, un revolucionario más” (p. 74). En el contexto de la España de junio de 1936 esto podía tener, para cierto público lector, una interpretación positiva.
El último capítulo se titula “voluptuosidad de la crueldad” y ofrece un sumarísimo repaso a la literatura francesa y alemana de temática sadomasoquista, citando a Barbey d’Aurevilly, Baudelaire, Alfred de Musset y su Gamiani, las Memorias secretas de una cantante alemana e incluso al filósofo Max Stirner.
El penúltimo capítulo se titula “Sade, filósofo del vicio” y concluye con esta afirmación: “Sade, filosofo, era un filósofo de la Revolución. Más o menos exaltado, un revolucionario más” (p. 74). En el contexto de la España de junio de 1936 esto podía tener, para cierto público lector, una interpretación positiva.
El último capítulo se titula “voluptuosidad de la crueldad” y ofrece un sumarísimo repaso a la literatura francesa y alemana de temática sadomasoquista, citando a Barbey d’Aurevilly, Baudelaire, Alfred de Musset y su Gamiani, las Memorias secretas de una cantante alemana e incluso al filósofo Max Stirner.
WhipMaster
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