En el año 2009 una artista llamada Laetitia Guilbaud retrató a Nicola Sturgeon, la actual primera ministra de Escocia, en plan Dominatrix: látigo en
mano, traje rojo ajustado, ligueros y botas altas. Al parecer, el cuadro
–titulado Naughty Nicola- gustó al
marido de Sturgeon, que lo compró y se lo ofreció a ella como regalo de
cumpleaños. Se dice que desde entonces cuelga alegremente en el salón de su casa.
No sé si aquí las cosas habrían ido igual. Me temo que
no. Pero antes de aventurar hipótesis prefiero centrar el comentario en otro
hecho que me parece remarcable: representar a las mujeres metidas en política
que sobresalen por su firmeza empuñando el látigo es un tópico que se repite
constantemente. A Angela Merkel la han caricaturizado así muchísimas veces.
Basta recordar aquella famosa portada de El
Jueves protagonizada por Merkel y Rajoy que fue censurada en Facebook. También se ha dicho que Esperanza
Aguirre y María Dolores de Cospedal han exhibido aires de Dominatrix en sus buenos tiempos (ver, sin ir más lejos, La Vanguardia del 19 de diciembre de
2015, pág. 17). En cambio, no recuerdo haber visto a ningún político
caracterizado como Master, enfundado en cuero y cosas así. La pregunta es por qué
los tópicos funcionan de esta manera tan manifiestamente asimétrica.
WhipMaster
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