Ultima actualización: 10 enero 2016

Sor Sicalipsis, de S. Pey Ordeix (1924)

En esta entrada vamos a comentar una novela de Segimon Pey Ordeix titulada Sor Sicalipsis, editada por primera vez en 1924 (durante la Dictadura) y reeditada en 1931 (durante la República). A pesar de lo que el título puede sugerir y de lo que se repite a menudo, no es una novela erótica si no un buen ejemplo de literatura anticlerical, especialmente dirigida contra los jesuitas. Su autor, S. Pey Ordeix, un sacerdote integrista que luego se secularizó, es bien conocido por esta faceta.

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Sor Sicalipsis nos interesa porque fue perseguida por la censura al igual que algunas grandes obras de la literatura erótica como Gamiani de Alfred de Musset. Dedicaré otra entrada de este blog a dar más detalles sobre esto.

Al principio de la segunda edición de Sor Sicalipisis encontramos el texto de la denuncia que el autor, S. Pey Ordeix, presentó ante los juzgados poco después de la proclamación de la Segunda Republica. La denuncia era contra las personas que en 1924, durante la Dictadura de Primo de Rivera, se incautaron y destruyeron todos los ejemplares de la primera edición de esta novela tachándola de pornográfica.

En el mismo escrito de denúncia S. Pey Ordeix declara que “dicha novela tiene por objeto descubrir y atajar las inmoralidades que, con ficciones de mística, se ejecutan en la captación de vocaciones para el claustro” (p. 6) añadiendo que “su finalidad era absolutamente antipornográfica” (p. 6)

Ciertamente, Sor Sicalipsis no presenta contenidos eróticos o pornográficos remarcables (en lo relativo al sexo no va más allá de cualquier novela rosa), pero su radical anticlericalismo y lo escandaloso de las prácticas y artimañas eclesiásticas que denuncia hizo que para la mentalidad conservadora de la época pareciera tan condenable, o más, que una obra explícitamente pornográfica.

En la portada de la segunda edición se ve a los dos protagonistas, un cura y una mujer, Sical e Ipsis, muy juntitos, como una pareja de artistas del Hollywood de la época.

La trama de Sor Sicalipsis se desarrolla como sigue:
El Padre Sical, jesuita, es el confesor de una fiel devota, una muchacha muy joven llamada Ipsis (Sical + Ipsis). Sical se siente atraído por ella y antes de sucumbir a la tentación, solicita su traslado a la autoridad eclesiástica.

Atendiendo esta petición, Sical es destinado a una ermita, donde vivirá en soledad. Sin embargo, no deja de cartearse con Ipsis. Esta le manifiesta que se siente agobiada por sus padres y Sical se propone apartarla de ellos, convenciéndola de que la mejor manera de librarse de la tutela paterna es metiéndose a monja. Así, Sical toma “como objetivo inmediato de su misión religiosa, el transporte de Ipsis al convento, donde se viese libre del rival más temible, que eran los padres... el religioso consideró a los padres posibles detentadores y tiranos de la hija tan pronto como se opusieron a la libertad de su dirección” (espiritual) (p. 68)

Como Ipsis aún es menor de edad, el plan para alejarla de los padres pasa por ofrecerle un convento situado muy lejos de su casa, a ser posible en el extranjero. Y al mismo tiempo hacer creer a los padres que la muchacha se había fugado con un novio. Así “la fuga de Ipsis sería imputada al seductor. Se la buscaría en todas partes menos en los conventos” (p. 70).

Sical se sale con la suya. Ipsis no tarda en abandonar la casa paterna y todas las sospechas recaen en un pobre pretendiente que tenía, llamado Eugenio. Mientras tanto, el cura ya se ha llevado a su fiel devota a Jerusalén, a “peregrinar” por los santos lugares.

Y de Jerusalén a Roma, donde “a Ipsis se le ordenaba ingresar en el Noviciado de Roma” (p. 150). Entonces Ipsis escribe a sus padres contándoles la verdad de su fuga, exculpando a Eugenio y convenciéndoles de su vocación religiosa. Los padres no sólo la creen si no que se trasladan a Roma y entregan a la Iglesia toda su fortuna, que no era poca. A cambio, el Papa les otorga el título de Barones de Felarga (p. 162).

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Ipsis profesa como monja en una solemne ceremonia e ingresa en el convento, donde no tarda en sentirse triste, sola e incomoda, echando de menos a su amado Padre Sical. Incluso, un retraso le hace temer que ha quedado embarazada durante la “peregrinación”. Falsa alarma. Pero tan sola e incómoda se siente Ipsis en el convento que vuelve a escribir al Padre Sical, diciéndole lo mucho que le echa de menos (p. 200 y siguientes)

Esta carta de Ipsis es interceptada y leída por la madre superiora y el asunto pasa a estar en boca de todos, convirtiéndose en un grave escándalo: “El run-run levantado en la casa de Sor Sicalipsis… salió a las devotas y a los Padres, invadió los varios conventos de la orden en forma de consultas, informaciones y otras artes de la difamación piadosa a punto de formarse bandos de ataque y persecución. Vanamente trataban de contener la ola algunos Padres graves…” (p. 227)

El desenlace: la pareja es alejada de Roma y enviada a las misiones, en la India, donde al fin podrán estar juntos.

Referencia del libro:
Segimon Pey Ordeix: Sor Sicalipsis. Barcelona: Maucci, 1931 (Segunda edición)

Apunte final: en su planteamiento anticlerical Sor Sicalipsis tiene ciertos puntos de contacto con una obra de Benito Perez Galdós, Electra, estrenada en 1901 e inspirada en un caso real.
WhipMaster


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