Estos días se representa en el Teatre Nacional de
Catalunya TNC una obra reciente de Carles Santos titulada Patetisme il·lustrat.
Hace un tiempo ya dedicamos una entrada a Carles Santos, este
polifacético artista de Vinaròs en cuyas obras abundan el erotismo, el
fetichismo y las referencias BDSM. Diría que en Patetisme il·lustrat todo esto va a más.
El texto de presentación de la obra dice: “Soy tan fuerte
que, cuando viajo, transporto a mi sumiso dentro de una maleta sin ruedas, a
pulso. Él lleva un cinturón restrictivo de silicona para los viajes
internacionales y así evita la aduana. Mi segundo sumiso está castigado por
haber perdido la llave de su piercing. Hasta que no la encuentre, comerá sus
propios desechos directamente en el suelo. En estos momentos, lo tengo en
venta. Ver mi maleta llena dando vueltas por la cinta transportadora es un
placer comparable a la posibilidad de tocar con el piano
la Fantasía de Schubert a cuatro manos”.
Bueno, si vais a ver esta obra no esperéis ver desarrollado
este argumento. O yo no supe verlo. Lo que si vi fue una sucesión de cuadros
escénicos repletos de erotismo y algunos de ellos explícitamente BDSM.
Como ese solo de percusión practicado directamente sobre
el culo de Santos, convertido en un instrumento que va enrojeciendo progresivamente. Un spanking en toda regla. O el momento en que Santos cruza el
escenario a cuatro patas y hace una parada para que la mujer dominante (la
actriz Mónica López) lo señoree y lo use como asiento para transmitir, así
sentada, las palabras del sumiso que necesita tiempo para entender lo que le
está pasando. O aquel otro solo de percusión y número de danza a la vez en el
que se enzarzan una bailarina que calza ballet
boots y una percusionista enjaulada y enfundada en una catsuit marcadamente fetish.
También un recitativo en el que una voz femenina transmite las palabras del sumiso
hablando de su collar y de la cadena que lo amarra. Plásticamente, el momento
culminante de Patetisme il·lustrat es
la escena de danza sobre un escenario sembrado de zapatos de tacón de aguja de
color rojo mientras suena una música de piano fuerte e insistente.
En conjunto, una amalgama en la que la iconografía
fetichista, los tópicos y la parafernalia BDSM tienen un protagonismo inusitado.
En Patetisme il·lustrat el BDSM, que
sin duda debe ser del gusto de Santos, sube al escenario y da a la obra un carácter
fuerte que presumimos autobiográfico. Es como si el Carles Santos intérprete de piano cediera el paso a un Carles Santos que se interpreta a si mismo.
WhipMaster
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