Seguimos
recuperando bibliografía sobre sadomasoquismo publicada en España a lo largo de
las primeras décadas del siglo XX, antes de la imposición de la censura
franquista.
En
esta entrada hablaremos de un libro que ya mencionamos en varios posts a lo largo
del año 2013 y al que dedicamos un artículo en la revista digital Cuadernos de BDSM. Nos referimos a La flagelación
erótica, de Antonio San de Velilla.
En
este blog lo hemos mencionado, básicamente, para comentar sus ilustraciones, las
cuales, salvo las realizadas expresamente por un dibujante que firma con el seudónimo Zurriago, fueron sacadas de literatura flagelatoria francesa,
constituyendo una muestra bastante representativa de algunos artistas
interesados por el tema, tales como Léon Pierre, Georges Topfer (seudónimo de
Gaston Smit), Jim Black o Gaston Noury.
La flagelación erótica de Antonio San de Velilla es,
al parecer, uno de los libros sobre sadomasoquismo que mayor difusión tuvo en España
en aquel momento años treinta. Creo que esto se debe, principalmente, a su
planteamiento tramposo: se trata de un compendio de relatos e imágenes
sacadas de libros de ficción, aunque lo disimula aparentando ser un manual de divulgación
científica.
Así, la pretendida “educación sexual” no es más que una coartada para encubrir
literatura erótica, a base de fragmentos entresacados
de obras famosas, tal como se dice en el subtítulo.
Referencia
del libro:
Antonio
SAN DE VELILLA: La flagelación erótica en
las escuelas, en los conventos y casas de corrección; en las cárceles y en los
presidios; en la alcoba conyugal, en las mancebías, etc. Estudio de psicopatía
sexual, basado en los más modernos trabajos científicos sobre el masoquismo y
el sadismo, avalorado con la exposición y análisis de gran número de casos
observados en la clínica o entresacados de obras famosas en las que se analizan
las causas de la relación frecuente entre el amor y el dolor. Edición
ilustrada. Barcelona: Carlos Ameller, 1932. 247 páginas.
Resumen
de su contenido:
En el
"prologuillo" el autor lo presenta como un "libro de
vulgarización científica" definiendo el objeto de estudio como una
psicopatía sexual, una "perversión del instinto genital", una
neurosis, un "mal muy extendido", etc. Curiosamente, como prueba de
la extensión de semejante "mal", aduce la gran cantidad de libros
dedicados al tema. Según esta misma lógica inconsistente, su libro también estaría
contribuyendo a la expansión del “mal”.
El
contenido de La flagelación erótica de
A. San de Velilla se subdivide en cuatro partes, que suponen un gradual
acercamiento al tema. En la primera parte, amor y dolor, el autor plantea
algunas cuestiones clave sobre la extraña relación entre placer y dolor.
Tras
estas consideraciones teóricas iniciales San de Velilla empieza con lo que es
constante a lo largo de todo el libro: la descripción pormenorizada de casos a
modo de ejemplos ilustrativos de lo que pretende explicar.
Así, para abordar la segunda parte, en la que trata de masoquismo y sadismo,
nos habla de la infancia de Rousseau, de Sacher-Masoch, de Sócrates, de
Baudelaire, del marqués de Sade y hasta de los vampiros y del canibalismo
sexual de los arácnidos. Lo cierto es que el resultado es una exposición
bastante deslavazada en la que tiene más peso la mera descripción acumulativa
de casos que el análisis de los mismos o la argumentación a partir de ellos.
La
tercera parte de La flagelación erótica
se titula “Flageladores y flagelados”. Conjuga algunas pinceladas teóricas que
remiten, principalmente, a autores como Havelock Ellis y Jaf y Saldo (seudónimo
de Jean Fauconney, autor de Flagellantes
et flagellées) con la narración pormenorizada de casos muy diversos:
“Referiremos algunos casos, con lo que nos proponemos probar…que la flagelación
se practica en todos los países” (pàg.115).
Así
pues, de la mano de A. San de Velilla viajamos por Francia, Rusia, Alemania,
Inglaterra o India, sin hacer parada en España. Las “noticias confidenciales”
de un prostíbulo del West-End de Londres servido por menores dan idea de la
propensión del autor a resaltar lo morboso y hasta lo escabroso del tema.
La
cuarta y última parte del libro, la flagelación en la literatura, es la más
extensa de todas y se plantea como una antología de textos cuyos títulos son
suficientemente elocuentes: “el látigo en la escuela”, “las colegialas
viciosas”, “la crueldad del hermano Eusebio”, “el primito hermoso”, “la
flagelación en los colegios de jesuitas”, etc. También se copian extensos
fragmentos (con sus correspondientes ilustraciones) de libros como Esclaves modernes, de Jean de Virgans (1931) y de una novela de le célebre colección francesa orties blanches: Mrs.
Goodwhip et son esclave, de Bob Slavy (1932).
Como
decía antes, La flagelación erótica
de Antonio San de Velilla es mayoritariamente una antología de casos y relatos
que oscilan entre lo morboso, lo escabroso, lo erótico y hasta lo pornográfico,
apenas disimulada por la mención de unas cuantas autoridades y algunas
pinceladas de teoría.
Es,
en este sentido, un excelente ejemplo de un tipo de libro característico de
aquellos años, que ha sido estudiado por Raquel Álvarez Peláez. Son libros que en
apariencia pretenden divulgar conocimientos científicos sobre sexualidad pero que en
realidad se recrean en unos contenidos de ficción abiertamente eróticos o incluso
pornográficos.
Recuerda,
salvando todas las distancias, lo que fueron muchas películas de “destape” de
los años de la transición. Aparentemente abordaban tremendos dramas sociales
con abundantes dosis de moralina. En realidad, la gente iba a verlas porque
salían culos y tetas.
La
abundante ilustración de La flagelación
erótica lo confirma inequívocamente. Sacada, en gran parte, de
publicaciones extranjeras (salvo los dibujos de Zurriago), es rica en
representaciones de juegos de alcoba y en contenido erótico. De todo menos
científica.
WhipMaster
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